Napoleón Graziani: El arte como campo de energía y percepción
Napoleón Graziani ha dedicado su trayectoria artística a investigar las relaciones entre luz, color, forma y movimiento. Su obra se sitúa en un punto de encuentro entre arte, ciencia y tecnología, donde cada pieza se convierte en una experiencia perceptiva que invita al espectador a detenerse, mirar y participar activamente en el fenómeno visual.
Graziani ha desarrollado una sensibilidad particular hacia los procesos constructivos, combinando lo digital con lo artesanal. Sus creaciones no solo apelan a la estética, sino que interrogan nuestra manera de percibir la realidad, proponiendo una conexión sensible con las fuerzas invisibles que nos rodean: la vibración, la frecuencia, la energía.
En su búsqueda, es inevitable reconocer ecos del legado de Jesús Rafael Soto, cuya influencia se hace presente en la exploración del movimiento y la ilusión óptica. Sin embargo, Graziani se aparta de una lectura estrictamente cinética para adentrarse en una vertiente más profunda y contemporánea: la energía como materia expresiva. Más allá del efecto visual, le interesa lo que vibra, lo que fluye, lo que transforma el espacio y al observador.
Con una mirada inquieta y una disciplina rigurosa, Graziani construye obras que no se limitan a un soporte tradicional. El movimiento —ya sea mecánico, lumínico o sugerido— está en el centro de su lenguaje. En cada ensamblaje hay una lógica matemática, pero también una pulsación vital que emana de la interacción entre materiales, luz y espacio.
Su trabajo invita a pensar en el arte como un sistema en constante transformación, donde el espectador no solo observa, sino que activa y transforma la obra con su presencia. En este sentido, Napoleón Graziani no solo crea objetos, sino experiencias: dispositivos sensibles que revelan la presencia del tiempo y la energía en lo cotidiano.
— John Gómez
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#arteescenico #escultura #creatividad #cultura #taller
Napoleón Graziani ha dedicado su trayectoria artística a investigar las relaciones entre luz, color, forma y movimiento. Su obra se sitúa en un punto de encuentro entre arte, ciencia y tecnología, donde cada pieza se convierte en una experiencia perceptiva que invita al espectador a detenerse, mirar y participar activamente en el fenómeno visual.
Graziani ha desarrollado una sensibilidad particular hacia los procesos constructivos, combinando lo digital con lo artesanal. Sus creaciones no solo apelan a la estética, sino que interrogan nuestra manera de percibir la realidad, proponiendo una conexión sensible con las fuerzas invisibles que nos rodean: la vibración, la frecuencia, la energía.
En su búsqueda, es inevitable reconocer ecos del legado de Jesús Rafael Soto, cuya influencia se hace presente en la exploración del movimiento y la ilusión óptica. Sin embargo, Graziani se aparta de una lectura estrictamente cinética para adentrarse en una vertiente más profunda y contemporánea: la energía como materia expresiva. Más allá del efecto visual, le interesa lo que vibra, lo que fluye, lo que transforma el espacio y al observador.
Con una mirada inquieta y una disciplina rigurosa, Graziani construye obras que no se limitan a un soporte tradicional. El movimiento —ya sea mecánico, lumínico o sugerido— está en el centro de su lenguaje. En cada ensamblaje hay una lógica matemática, pero también una pulsación vital que emana de la interacción entre materiales, luz y espacio.
Su trabajo invita a pensar en el arte como un sistema en constante transformación, donde el espectador no solo observa, sino que activa y transforma la obra con su presencia. En este sentido, Napoleón Graziani no solo crea objetos, sino experiencias: dispositivos sensibles que revelan la presencia del tiempo y la energía en lo cotidiano.
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